sábado, 2 de febrero de 2008

La batalla de Teutoburgo

En el año 9 de nuestra era, la Germania ocupada, parece relativamente pacificada y sometida, guarniciones romanas, e incluso las propias legiones, se encuentran acuarteladas firmemente en el interior de este territorio. Publio Quintilio Varo, un hombre de confianza de Augusto (mas por amistad o familiaridad que por competencia), es nombrado gobernador de la Germania.


Cinco son las legiones romanas acuarteladas el año del desastre en la frontera germana, la XVIII, la XVII, la XVI, la XIV y la XIX. Disponían estas unidades de acuartelamientos de invierno en este lado del Rhin, pero el resto del año acampaban en tierras germanas, sin que sepamos el lugar exacto, o bien este variaba dependiendo de las circunstancias o necesidades del momento. De los auxiliares poco se sabe con certeza, aunque gran parte de ellos ocupan lo numerosos los fuertes romanos conocidos en territorio germano. Los auxiliares aliados no serán de todas formas muy numerosos, cosa que cambia cuando se trata de llevar adelante una campaña militar, levantándose entonces gran numero de unidades de los pueblos sometidos o aliados.

Los personajes:
Quintilio Varo:
Hijo de Sexto Quintilio, quien militaba en el bando republicano durante la guerra civil y que se suicido tras la batalla de Filipos. Quintilio Varo, familiar (casado con la hija de Agrippa, la nieta de Augusto) y amigo de Augusto, se le describe (Veleyo Paterculo) como un hombre amable, moderado y mas bien inclinado a los placeres del ocio que a los sacrificios derivados de la vida militar. Su cursus Honorum comenzó con la cuestura, año 22 a.C., En el año 15 a.C. es Legado en la provincia de Asia, Cónsul en el 13 a.C. teniendo como colega al propio Tiberio, del año 7 a.C. al 6 a.C. estuvo como gobernador en África y del 6 a.C. al año 4 a.C. al frente del gobierno de Siria, provincia que dicen recibió rica siendo el pobre y que dejo pobre habiendose convertido él en rico. En el año 7 recibe el gobierno de la Belgica como (legatus Augusti pro praetore)

Arminio:
Hijo de Sigimero, líder de los Queruscos, nacido el año 19 a.C. y muerto el 19 de nuestra era. Entregado de joven como rehén a los romanos, de ellos aprendió sus costumbres, su idioma, sus leyes y su forma de combatir, sirvió en las fuerzas auxiliares y, recompensado por su lealtad, recibió la ciudadanía y mas tarde fue elevado al rango de caballero, en definitiva, parecía haber hecho todo lo posible para ganarse los favores y la confianza de Roma. Como no podía ser menos, se nos lo describe como un personaje astuto, valiente, rápido en comprender, el más listo de entre los de su raza.
La conquista de Germania, llevada a cabo durante largos años por un buen numero de generales romanos, se da por hecha a partir del 12 a.C., al margen de que haya que realizar acciones puntuales contra los pueblos germanos situados mas en la periferia. Fuera del control de Roma quedaron todos los pueblos germanos al este del río Albis y el reino del marcomano Maroboudo, quien protegido tanto por sus imponentes fuerzas como por la impenetrable selva Hercynia, permaneció siempre independiente, al margen que en un determinado momento, cuando estuvo a punto de ser destruido por el ataque de Tiberio, firmase un acuerdo de paz con Roma que finalmente respeto hasta el final de sus días, por ello no se implico, tras la derrota de Varo, en una gran guerra contra Roma, y mas adelante, cuando sea derrocado, elegirá exiliarse en Italia bajo la protección del propio Tiberio.
Cuando Varo se hace cargo de la provincia, toda ella esta pacificada, el temor a las armas de Roma, mas que su propia docilidad, hace que el gobernador se confíe mas de la cuenta y caiga mas tarde en la trampa elaborada por el astuto Arminio.
Acaba de concluir la terrible guerra de Pannonia (ver: La sublevación de Pannonia), los ejércitos y la hacienda romana están agotados, son estos dos hechos concatenados los que harán renunciar posteriormente a Augusto a tratar de reconquistar el terreno perdido, un hombre ya mayor (le quedan cuatro años de vida) al que este suceso amargara para el resto de sus días.

Los hechos:
Por aquellos tiempos, la reciente ocupación romana de Germania había traído a sus gentes, nuevas y desconocidas costumbres. Las habituales guerras intestinas entre pueblos y clanes tenían que llegar a su fin, a partir de este momento deberían regirse todos por las leyes romanas, harto difícil sin duda para un pueblo tan belicoso como este. Probablemente durante el gobierno del veterano Sencio Saturnino los germanos comenzaron a amoldarse a la nueva situación, cualquier romano conocedor de aquellos parajes y de aquellas gentes, y Saturnino lo era, sabia de lo difícil y dedicado de la tarea de mantener subyugados a tan numerosos y temibles pueblos bárbaros. El intervalo que va desde los últimos compases del sometimiento del país, entre los años 1 y 6, hasta la llegada de Varo, año 7, muy mal conocidos, nos inducen a creer no obstante de un sutil avance de la romanizacion. En principio, si el gobernador era eficiente, las ventajas del gobierno común romano eran evidentes, primero la paz, con ella un aumento del comercio y una apertura de las lineas de comunicación, segundo las virtudes de una justicia romana que bien administrada era un factor de estabilidad indudable, aunque por supuesto todo dependía de las facultades del gobernador de turno. Cuando el, parece ser que avaricioso, o mas bien, hombre de su tiempo, Quintilio Varo, fue nombrado gobernador parece que no llego a deducir correctamente que no debía ser lo mismo tratar con hombres libres, tal cual sin duda se consideraban todavía los germanos, a tratar con los ciudadanos asiáticos, como por ejemplo los de su ultimo mando en Siria, gente acostumbradas al yugo desde innumerables generaciones. Veleyo Paterculo y Floro nos hablan de su, quizás exagerado o exasperante, interés en someter a los germanos al imperio de la ley romana, una ley por otra parte impuesta con soberbia y arrogancia y no exenta también de la consabida, habitual y desmesurada rapacidad que, precisamente entre esta gente y en estos momentos, estaba totalmente fuera de lugar (Dion Cassio y Orosio).
En el verano del año 9, Quintilio Varo se había internado en Germania al mando de 3 de sus legiones, la XVII, la XVIII y la XIX, 3 alae de caballería y 5 cohortes de aliados, había sido llamado por algunos de los príncipes germanos para que mediase entre sus querellas, por aquel entonces Arminio, que era uno de sus hombres de confianza, comenzó a fraguar la traicion. Durante ese largo verano en que Quintilio Varo se dedico, desde el interior de la propia Germania, a administrar justicia y recabar de los pueblos sometidos humillantes contribuciones, Arminio comenzó a fraguar el complot que llevaría a los romanos al desastre. Los romanos, afirmaba a quien quería oirle, no eran invencibles, podían ser vencidos y este era el momento adecuado, Varo no era Druso, este podía ser engañado y conducido a una emboscada junto con su ejército. Gracias a la larga estancia de Varo en la zona pudo Arminio tener tiempo para reunir un numeroso grupo de confabulados, en realidad la única razón por la que no había estallado ya una rebelión era por el temor y respeto que los germanos tenían al ejército romano, que no olvidemos, se encontraban ya asentados en sus propias tierras y con numerosas guarniciones en fuertes establecidos en las principales lineas de comunicación. Urdida la conjura, esta se puso en movimiento, era necesario alejar a Quintilio Varo todo lo posible del Rhin, a tal efecto se le convenció para que acudiese mas al interior de Germania con diferentes excusas, por aquel entonces Varo había sido advertido ya por el germano Segestes, otro de los germanos de confianza del gobernador, de que Arminio conspiraba contra los romanos, poco mas se sabe de ello, lo cierto es que aunque advertido, hizo caso omiso del aviso pues era tal la seguridad que le inspiraba Arminio que confiaba plenamente en sus indicaciones. En un momento dado, y durante la marcha, se informo al gobernador de que algunas tribus menores se habían sublevado, se le pedía pues tanto que acudiese resueltamente a sofocar la rebelión como a distribuir algunas cohortes entre los aliados para ayudarles en su defensa cohortes que a medida que llegaban a sus destinos eran aniquiladas, la rebelión había dado comienzo, Arminio mientras tanto y para dar seguridad al romano acudió resueltamente con sus queruscos, como así le había sido solicitado, para escoltar lealmente al gobernador y su ejército mientras estos se introducían en los impenetrables bosques camino de los lugares conflictivos.

La batalla:
Había reunido Arminio un ejército no lejos de donde el gobernador había sido conducido, a los llamados Saltus Teutoburgensis, un área de endiablada geografía, bosques impenetrables salpicados de colinas y barrancos, un terreno que obligaba a la ya de por si heterogénea columna romana, a estirar y desordenar todavía mas sus filas. Contaba el ejército de Varo con un gran numero de acompañantes no militares, estos numerosos civiles, mujeres, niños y esclavos ademas de numerosos carromatos con impedimenta y bagajes, contribuían al descontrol y enturbiaban la marcialidad de las columnas durante la marcha por un territorio, que al menos, debía ser considerado hostil. Como decía, la propia configuración del terreno a donde Varo había sido conducido dificultaba, todavía mas si cabe, la capacidad de movimiento y despliegue de la columna romana, que avanzaba lentamente al ritmo en que los zapadores iban abriendo paso entre el frondoso bosque en el que les habían introducido. Arminio en aquellos momentos se excuso ante Varo y se alejo con sus fuerzas de la columna romana, comento, y obtuvo el permiso, de dirigirse a recoger entre los aliados cercanos tropas auxiliares. No tardo mucho Arminio en reunirse con los miles de guerreros germanos que se encontraban ocultos, como se había acordado, no muy lejos de allí.
Aquel día de septiembre, amaneció nuboso, pronto se desato una recia tormenta unida a una fuerte viento que convirtió en un barrizal la zona por la que se avanzaba lenta y torpemente la columna, de nuevo un hecho más, la fuerte tormenta, venia a turbar el orden de marcha en la ya de por si mas que complicada situación, en esos momentos los guerreros germanos se fueron acercando por fin a la columna romana, primero la observaron desde lejos y la siguieron con respeto, mas, decididos por fin al enfrentamiento, se acercaron lo suficientemente a ella como para poder lanzar sus armas arrojadizas, todavía temían a las fuerzas legionarias y no se sentían lo suficientemente seguros como para atacar cuerpo a cuerpo, pero a medida que los germanos observaban que muchos de los romanos eran heridos y el resto no podían responder adecuadamente al ataque por su difícil situación, se fueron envalentonando y comenzando entonces a acercarse para llegar a las manos. Los legionarios, mezclados en la columna con los numerosos grupos de civiles y su impedimenta, les fue imposible adoptar una linea de batalla clásica con la que enfrentarse a los asaltantes, de esta forma, atacados por todos los lados los legionarios eran cazados sin piedad en un tipo de lucha para la que no estaban preparados.

Análisis general:
Cuarteles de invierno
Cuando llegó el momento de que Varo se iba a retirar hacia el Rin para pasar el invierno, los germanos le convencieron de que cambiara de ruta. Él había proyectado regresar a su campamento de invierno en Vetera por la calzada militar. Sin embargo, un falso informe acerca de un levantamiento local le indujo a dar un rodeo hacia el noroeste a través de una dificultosa región boscosa. Los conspiradores vieron salir al principal ejército de su campamento de verano junto al Weser. Al despedirse de Varo, le pidieron permiso para irse a unir a sus tribus con el fin de poder enviar hombres que ayudaran a sofocar la revuelta que ellos habían inventado. Varo se lo concedió.

Orden del ejército romano
Aunque es imposible reconstruir el curso exacto del ataque, quizá podemos aumentar un poco nuestra comprensión si tenemos en cuenta el orden de marcha típico del ejército romano, como lo describe Flavio Josefo en su Guerras judías (3.116-126).

1. Arqueros y auxiliares, que actuaban como exploradores.
2. La vanguardia: una legión (de cerca de 5000 hombres) apoyados por 120 jinetes.
3. Pioneros, que mejoraban la calle y al final del día construían el campamento.
4. La primera parte del tren: los bártulos del general y de los oficiales.
5. El general y su guardia de corps.
6. La caballería de las siguientes dos legiones (240 jinetes).
7. La segunda parte del tren: mulas con la artillería.
8. Los suboficiales y los portaestandartes ("águilas")
9. La fuerza principal: dos legiones (cerca de 10.000 hombres).
10. La tercera parte del tren: el equipaje de los soldados.
11. La retaguardia: tropa mixta.

Estrategia de los germanos
El punto obvio para atacar es el punto 5: el general. Aunque Varo estaba escoltado por su guardia y seguido por 240 jinetes, no había otros combatientes en sus cercanías. Si los hombres de Arminio hubieran tenido éxito, hubieran cortado el ejército en dos y destruido el centro de mando. Esto hubiera sido una gran ventaja para ellos y hubiera destruido la moral romana, especialmente cuando las águilas fueran capturadas.

El ataque germano
La columna romana avanzaba muy lentamente, debido a la cantidad demasiado grande de hombres, sirvientes y bagajes. Según avanzaban por el dificultoso país, derribando árboles y haciendo senderos y caminos sobre los pantanos, de repente les cayó encima una lluvia de dardos. No cabía duda de lo que ocurría: los germanos atacaban.
Los legionarios romanos se veían impedidos por el viento, la lluvia y el barro que siempre habían hecho que les desagradara la Germania. Iban demasiado escasos de tropas auxiliares —caballería, arqueros y honderos— para contestar eficazmente. Todo lo que podían hacer era aferrarse a la esperanza de llegar a la fortaleza más próxima, Aliso, que venía a estar cerca del río Lippe, quizá dos tercios del camino desde el río Weser al Rin.

Ataque contra Varo
Mientras los hombres de Arminio cargaron contra Varo, otros deben haber hecho llover una lluvia de flechas y jabalinas sobre las dos legiones de atrás. Los hallazgos arqueológicos en Kalkriese no contradicen este primer ataque, pero existe evidencia escrita (Dío y Tácito) de que Varo no murió el primer día del ataque.

Reagrupamiento de los romanos
La siguiente fase (aunque esta reconstrucción es hipotética) debe de haber sido el reagrupamiento del ejército romano. Aunque el primer ataque debe haber sido una gran sorpresa, esos soldados eran profesionales que no podían ser derrotados de un solo golpe, ni siquiera cuando estaban siendo atacados en terreno difícil. La primera legión retornó desde el noroeste y trató de juntarse con lo que quedaba de las otras dos legiones. Otra alternativa es que los soldados de la primera legión hayan creído que eran los últimos sobrevivientes, hayan continuado hacia el noroeste y desaparecido en la Gran Ciénaga (Grosses Moor).

La noche
Se mantuvo la disciplina lo suficiente para plantar un campamento en terrenos elevados para pasar la noche. Carretas e impedimenta fueron quemadas o abandonadas, y a la mañana siguiente se reanudó la marcha. Las tres legiones partieron en mejor orden por campo abierto, pero esto las hizo tan vulnerables a los ataques germanos, que se vieron obligadas a volverse a refugiar en el bosque. Allí pasaron un día terrorífico luchando entre obstáculos. Sufrieron graves pérdidas, incluidas algunas que se infligieron a sí mismos por la dificultad de distinguir a los enemigos de los amigos. Esa noche se las arreglaron para apiñarse todos en otro campamento provisional, con una fortificación totalmente inadecuada.

Varo se suicida
Cuando llegó la mañana, seguía lloviendo; soplaba un viento cortante y vieron que los germanos recibían refuerzos. El jefe de la caballería romana perdió la calma y se escapó con su regimiento, con la vana esperanza de alcanzar el Rin. Varo fue herido y se dio cuenta de lo que le harían los germanos si lo capturaban con vida. Para evitar tal destino, se suicidó. Algunos miembros del estado mayor siguieron su ejemplo. Los dos generales que quedaron al mando no sobrevivieron mucho. Uno de ellos ofreció equivocadamente una capitulación que se convirtió en matanza (los germanos no tomaban prisioneros en la guerra; su ley era matar o morir); el otro cayó luchando cuando los germanos entraron en el campamento.

Maniobras de los supervivientes
Los soldados romanos sobrevivientes tuvieron que maniobrar en una franja de tierra de 220 metros de ancho, pero la parte norte estaba fuera del alcance de las flechas germanas. Los legionarios deben de haber comprendido que no podían seguir hacia el noroeste, sino que habrán tomado la ruta más fácil hacia el sudoeste, a Haltern en el Lippe y Xanten en el Rin.
Cuando hicieron su maniobra, no deben haber podido destruir la posición germana en las laderas de la colina Kalkriese. Los restos arqueológicos sugieren que hubo luchas al pie de la colina. Los legionarios siguieron a lo largo de la colina, y los guerreros germánicos deben haber matado a muchísimos de ellos. El registro arqueológico sugiere que hubo luchas en el desfiladero y que los romanos fueron expulsados.
El joven oficial Casio Querea dirigió la huida de algunos legionarios, que escaparon amparados por la oscuridad de la noche, y por los cuales se conoce la historia del desastre; el resto, unos 18.000 soldados, fueron muertos o capturados (y sacrificados más tarde), más unos 10.000 no combatientes, que incluían esclavos, armeros, comerciantes, mujeres y niños.
La clades variana ('la derrota de Varo') alteró a Augusto más que ninguna otra cosa en su larga vida. El historiador romano Suetonio señaló que el emperador se tomó el desastre tan a pecho que «siempre celebró el aniversario como un día de profundo pesar» y «a menudo se golpeaba la cabeza contra una puerta y gritaba: "¡Varo, Varo, devuélveme mis legiones!"». Tomó medidas enérgicas y destituyó a todos los germanos y galos que había en su guardia personal.
Seis años después, otro jefe romano de la zona, Julio César Germánico, concibió la idea —según su tío, el emperador Tiberio, fue una idea desmoralizadora— de ir con sus tropas a visitar el lugar de la batalla. La ocasión inspiró a Tácito una de sus mejores páginas: «No lejos estaba el bosque donde se decía que los restos de Varo y de sus legiones quedaron sin sepultura. A Germánico le vino el deseo de tributar los últimos honores a Varo y a sus soldados. Esta misma conmiseración se extendió a todo el ejército de Germánico, pensando en sus parientes y amigos, en los azares de la guerra y en el destino de los hombres... En medio del campo blanqueaban los huesos, separados o amontonados, según que habían huido o hecho frente. Junto a ellos yacían restos de armas y miembros de caballos, y cabezas humanas estaban clavadas en troncos de árboles. En los bosques cercanos había bárbaros altares, junto a los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los primeros centuriones».

Arqueología de la guerra
El bosque de Teutoburgo es uno de los pocos campos de batalla que se han excavado. Por supuesto hay muchas fortificaciones y líneas de sitio que se han descubierto, por ejemplo: Nínive, Pafos, Numancia, Alesia, Vechten, Masada), pero Kalkriese es uno de los pocos lugares donde los arqueólogos han descubierto el sitio de una batalla abierta. Esto ha aumentado nuestra comprensión de lo que pasó en la masacre del bosque de Teutoburgo.
Durante mucho tiempo el sitio de la batalla de Teutoburgo, donde el ejército romano fue eliminado, fue desconocido. Los modernos estudiosos del sangriento encuentro propusieron más de 700 emplazamientos posibles.
El historiador alemán Mommsen ubicó la batalla cerca de la fuente del Hunte, al norte de Osnabrück y lejos de las colinas; pero la mayoría de los eruditos preferían algún sitio en la parte central de la cadena montañosa boscosa de Teutoburgo (de 110 km de largo y de unos 10 km de ancho). De acuerdo con esa opinión en 1875 se construyó una estatua giganteca de Arminius/Hermann (de 17 m sobre un pedestal de 30 m) en Grotenbuf-g, a 35 km al sudoeste de Detmold (y 100 km al sudeste del sitio real) con un costo de 13.500. El trabajo fue diseñado por E. von Bandel.

Descubrimiento arqueológico
Luego, en 1987, un descubrimiento por parte de un arqueólogo aficionado británico, Anthony Clunn (halló 162 monedas romanas conocidas como denarios y tres bolas de plomo del tipo usado en las hondas del ejército romano), y la posterior investigación a cargo de los arqueólogos experimentados conducidos por Wolfgang Schlüter, condujo a una prueba convincente de que la batalla tuvo lugar al norte de la colina Kalkriese, entre los pueblos de Engter y Venne, en el borde norte del bosque de Teutoburgo (Teutoburger Wald), 30 km al norte de la moderna ciudad de Osnabrück (200 km al noreste de Colonia, Alemania).

"Eterna oposición" entre germanos y latinos
Es posible que se sobreestime la importancia de la batalla del bosque de Teutoburgo. Esto sucedió realmente en el siglo XIX, cuando —especialmente en Alemania— Arminio y Varo se convirtieron en símbolos de una eterna oposición entre los nobles salvajes germánicos y sus archienemigos latinos: los franceses.
Esta eterna lucha es simplemente una tontería. Después de los horrores de la Primera Guerra Mundial, el gran historiador belga Henri Pirenne (1862-1935) estuvo entre los primeros en oponerse a esta idea chauvinista, pero Europa necesitó a Robert Schuman y Konrad Adenauer para comprenderlo. Desde el reinado de Luis XIV hasta la Segunda Guerra Mundial, el control del Rin ha sido fuente de conflicto entre Francia y Alemania, pero el Rin siempre ha sido finalmente la zona donde las dos culturas europeas han estado reunidas y han intercambiado experiencias.

Consecuencias de la batalla de Teutoburgo
La batalla fue realmente importante: el imperio romano encontró su límite. Tiberio aceptó que había grandes áreas sin ciudades que no habían sido predigeridas por el imperio. Durante los siguientes siglos, las tribus germánicas aprendieron de Roma, y Roma aprendió de ellos. Pero siempre Germania permanecería independiente.
La batalla de Teutoburgo tuvo serias consecuencias. Un ejemplo basta para ilustrarlo: si los romanos hubieran mantenido su imperio entre el Rin y el Elba, las tribus del Mar del Norte que más tarde se conocieron como sajones hubieran terminado hablando latín o algún tipo de lengua romance. El idioma inglés nunca hubiera existido (para bien o para mal) y el alemán hubiera quedado como un idioma marginal.

Fecha: 9 de septiembre del año 9 ddC
Lugar: Bosque de Teutoburgo
Resultado: Victoria germana y fin de la expansión romana más allá del Rin
Combatientes: Tribus germanas (Cherusci, Marsi, Chatti, y Bructeri); Imperio Romano.
Mandos: Arminio y Publio Quintilio Varo
Fuerzas: Desconocidas para los bárbaros. Probablemente entre 15.000 y 20.000 ; tres legiones, tres alas de caballería y 6 cohortes auxiliares. Probablemente unos 20.000, el ejército romano.
Bajas: Desconocidas. Quizá unos 15.000 hombres

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy extenso tu artículo, pero me quedo con muchas ganas de saber las fuentes de datos que me sorprenden por detallados. Por más que busco no soy capaz de leer el libro de Flor y quizá esté allí eso de que los germanos entraron en el campamento romano o de la legión que se separó de las otras (Dion Casio sí habla de un grupo que trató de llegar al Rinh, pero no de una legión), ni de qué oficiales tomaron el mando tras la muerte de Varo.

¿Podrías aclararmelo? Gracias